domingo, 7 de junio de 2020

EL VALLE TENEBRE UNA HISTORIA DE ENAR.....

VALTENEBROSO… Nos encontramos en el siglo XlV año de nuestro Señor Y… llegará el momento en que el reloj del convento nunca más marque las doce y diez… Con un halo de misterio tras los muros de los viejos palacetes fue criada hasta que cumplió los dieciocho. Fue entonces cuando ese halo impregnado por la piedra, la comodidad de la casa y la buena educación salieron al mundo exterior creando así, una bella historia… Eran tiempos de oscurantismo en la población y los gobiernos, pero también en contrapartida la prosapia de los elegidos era patente en esos lugares En su mesita de noche posaba un libro recurrente “El puente escribano”. Un libro que le regaló su padre cuando aún era muy pequeña, lo que hoy podríamos llamar un libro de estilo… Ella comenzó a salir de su “paraíso”. Quería volar, nunca sabría lo que le esperaba fuera de aquellos muros seguros. Las pandemias estaban en casi cada casa. Las calles llenas de barros y lodos eran un caldo de cultivo para las epidemias, además de los muchos portadores entre personas infectadas, ratas, pulgas… Un lúgubre bar de maderas viejas y vinos en jarras abría sus puertas en la ruinosa esquina del edificio principal del valle. Pidió un café con leche caliente y entre mesas mugrosas tomó su primer trago… En la mesa de al lado una serie de hombre vestidos de negro con capuchas tomaban un líquido que nunca supo lo que era. Encima de la mesa rezaba un cartel “Reservado a los peregrinos del tiempo”. No quiso mirar de frente, pero sí de reojo vió como murmuraban palabras no conocidas por ella. Nunca había oído hablar aquel idioma que le pareció tan extraño. Los hombres terminaron su bebida y fueron saliendo en silencio y muy despacio del viejo bar… Ella no hizo mucho caso, termino su café y también se fue de aquel lugar… Tomó la calle embarrada y con sus zapatos ya mojados se alejó por los vericuetos de las callejuelas hasta llegar a su palacete. Cerró fuertemente la gran puerta de madera noble y se adentró en el silencio de su hábitat natural. Era ya tarde. El sirviente le había pasado la cena al salón, tomó un bocado y sintió sueño. Se fue a su estancia y se tiró en la mullida cama de sábanas de seda y dormitó hasta que sonó el reloj de pared dando las doce campanadas de rigor… Despertó y vió con asombro que todos aquellos peregrinos rodeaban su cama, como si de un sacrificio se tratara. Pero no, no era tal. El más viejo con voz grave y que esta vez ella si entendió le advirtió: “Malos tiempos has escogido para salir. Ahora ya no podrás volver, te hemos visto y tendrás que venir con nosotros. Nadie nunca nos había mirado y tú lo has hecho. Somos los viajeros del tiempo, y tu tiempo aquí ha terminado…” Ella se quedó helada como roca que azota el mar, no pudo articular palabra. La liaron con una gran capa negra y desaparecieron. Pasaron los años y nadie supo que había ocurrido con aquella chica de rostro claro que desapareció una noche hacía más de cincuenta años. Quedó como una leyenda para generaciones venideras. La gran casa nunca más fue habitada… Hoy sigue en pie, ya en ruinas por el tiempo, viéndose en lo alto el Blasón familiar que nadie nunca se atrevió a quitar. El valle creció. Fueron buenos tiempos de labranza y ganadería. Las casas se multiplicaban. Los niños corrían por el valle y las familias crecían. Eran tiempos felices para la gente… Todo aquel viejo episodio quedó en el olvido, hasta que un día corría el siglo XlX y en una humilde casa nació una preciosa niña, rubia, blanca como el marfil y muy sonriente. Los padres eran agricultores de una pequeña parcela de tierra que habían heredado de sus antepasados, junto a la gran casa del valle. Pasaban los años y la niña jugaba por el viejo caserón. Cuando ya tenía unos diez años la niña comenzó a recordar que aquella gran casa había sido suya en un tiempo que no recodaba y los padres comenzaron a preocuparse por los aires de grandeza de la chica. Todo le parecía poco. Ella quería, quería y quería… Los labriegos no podían dar lo que ella pedía, y comenzaron los problemas… “Cuando cumpla dieciocho años me iré para siempre…” ¿Era tal vez la repetición de lo que había pasado siglos atrás con aquella muchacha? Recurrieron al historiador del pueblo, y entre legajos, libros de época y grabados de pésima calidad, encontraron la historia de la Gran Casa Noble… En una de las páginas de un viejo libro polvoriento aparecía un grabado con una gran cama y una chica rodeada de encapuchados vestidos de negro. El ávido historiador se percató enseguida que la cara de la chica era una copia de la hija de los labriegos. Se quedó pálido, pero no dijo nada. El hombre por su cuenta siguió investigando. Recuperó la historia de aquella chica que desapareció y nunca nadie logró entender que pasó. Pasaron los años y la niña creció. Ella había olvidado también la Casa Grande, hasta que un día que venía de tomar copas con sus amigos, reparó de nuevo en la casa. Algo la llamaba, no sabía que era pero algo fuerte le hacía que se dirigiera hacía allí… Era más fuerte que su mente. Fue, entró en la Gran Casa y cansada se quedó en un rincón recostada. Fue entonces cuando abrió los ojos y vio a doce hombres encapuchados y de negro. No se pudo mover… Esto ya le había pasado, le retrotraía a otro tiempo, otra época… El viejo le dijo: “Esta vez estás aquí para quedarte hasta la vejez, cuando volveremos a por ti cuando llegue otra pandemia”. BY ENAR SI HAS LLEGADO HASTA AQUÍ, AHORA YA PUEDES COMENTAR. GRACIAS¡¡¡¡

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